julio 30, 2008

Memoria de árbol


Un día, Ange me regaló un sobre en el que estaba pegado un dibujo suyo.
Dentro del sobre había una cartita y una foto de mi cara mirando hacia el piso con una bufanda envolviendo suavemente mi cuello.
A veces pongo su sobre en el piso de mi cuarto y me acuesto al lado a mirarlo hasta que el tiempo se consume totalmente.
Por momentos pienso en un cielo infinitamente blanco sin ninguna estela multicolor o de relámpago, como le gusta a ella.
Paso varios minutos acostada al lado del grafito que está sobre el papel gracias a sus manos.
Me acuerdo de los árboles que nunca nos vieron llorar y de los pájaros que buscaron el norte mucho antes que decidiéramos fumarnos ese cigarrillo de chocolate en la inmensa plaza.
Añoro los espejos que nunca nos vieron mirándonos en ellos cuando caminábamos por el colegio que se convirtió en pasado pero sin haber dejado de ser casa de casas.
Recuerdo esos objetos que se fueron antes que nosotras llegáramos: las mariposas púrpura, las copas con un sorbo de vino, las cenizas del cigarrillo y los pedazos de vida en los sofás.
Apoyada sobre un inventario de colores y personas, mi mente adquiere la capacidad de añorar lo que partió antes de que mis ojos lo percibieran.
Ange, sin embargo, se rehusa a ser de ese tipo de recuerdos.
Ange está conmigo un poco porque no es un pedazo de memoria agrietada como los demás pedazos de mundo:
Ella es como la taza de café que siempre espera, pacientemente, por un cigarrillo que la acompañe.
Es una añoranza que he vivido mucho, y que se resiste decididamente a que las escenas que la involucran sean olvido.
Yo sé que sus pasos son brisa y color, sé que su sonrisa nace como la orquídea que brota del árbol y se alimenta de su propio movimiento.
Y tal vez todo pase así porque me está esperando muy bien escondida detrás de la guirnalda de la vitrina, trepada en el arbol-raiz del dibujo o aprisionada en la foto que me tomó.
No lo sé. Yo la busco, sin embargo.

julio 28, 2008

Fragmento


Justo enfrente mío lo que puedo observar es un paisaje conformado por un grupo de flores semi-triangulares que cuelgan de los árboles simulando una caída cuando el viento las roza, y una plantita al lado que permanece inmutable.

Son flores profundamente rojas que crecen hacia abajo y que suelen tender hacia hacia el roble separándose decididamente de las ramas que las sostienen.

Todo eso está muy cerca, las nubes se elevan y retornan a la tierra bruscamente, y el movimiento pendular de las hojas me recuerda momentos que daba por olvidados.

El ir y venir de las plantas siempre trae imágenes asociadas necesariamente con sonidos y formas, y también con momentos que no son precisamente eso: no contienen personas ni voces y, sin embargo, no puedo recordarlos como algo diferente a momentos, tan dolorosamente reales como las flores de enfrente.

El viento se encarga de lo demás; el tibio aire que se respira afuera de mis cuatro paredes me alienta a despertarme antes del sol, y el sentirme nuevamente con la vitalidad estática de una planta sembrada en una llanura por demás insondable me ayuda a mover mis pies algunos centímetros. Respiro. Fijo mi mirada una vez más en el paisaje de afuera.

No es más que un paisaje, fúnebre como todos, que empieza a transformarse en una selva húmeda y gris. Las flores caen y el viento sopla sobre la ventana que me separa de todo esto que observo.

Yo estoy adentro, concentrada en el rojo carmín de los pétalos que se suspenden sobre la nada. Mientras la violencia del aire se encarga de desencadenar fuertes movimientos ajenos a mí, soy nuevamente esa planta que no hace nada aparte de permanecer mientras cree que describe lo que sus ojos le muestran, al tiempo que es meticulosamente observada por el paisaje de enfrente.

julio 27, 2008

Iluminatti


Hay una luz sin nombre
que aprende a surgir de las plantas y que, a medida que el tiempo-espacio fluctúa a su favor, llena de luz los lugares que tontamente la intentan contener.
Así se alimenta.
Sin embargo (y sabiendo que antes de estas diez letras hay un sinfín de palabras),
Se dice que cuando el tiempo se daña no hay forma de volver a nacer;
Ni se escribe ni se escucha ni la mente puede florecer como las magnolias en invierno ni la música puede volver a ser música jamás.
De repente, en medio de la inmensidad de la tierra,
El pequeño cae sin haber empezado a caer.
De repente sólo camina hacia abajo, sin escalera y sin abismo.

Gestando tiempo


Ahora podría dedicarme a renacer después de haber contemplado de cerca una muerte tan trágica como la de una margarita deshojada por el enamorado que nunca logró amar.

Ahora podría contar las horas con segundos de agua y clepsidras, ahora podría saber que el tiempo es sólo miedo y pausa eterna que rectifica la estúpida vaguedad de todo lo que dice existir.

Puedo decir, de todas formas, que el naufragio algunas veces deja de ser tan próximo.

A veces se parece a los oasis marinos de agua dulce que confirman la existencia, y entonces siempre termina sobreviviendo una flor que puede mostrar tierra firme.

Siempre el corcoveo del tiempo sigue siendo indispensable para que la piel nazca y muera eternamente en el paraíso que, a pesar de la realidad del dolor y de los ríos del silencio, se sigue construyendo con pequeños ladrillos azules de mar.

La puerta sigue cerrada y la tierra que huele a muerto se sostiene, hermética, en el mismo punto a pesar de girar, pero el olor del mar puede llamar, puede hacer creer:

El olor de lo que no se toca, de eso que sólo se puede conocer creyendo, aprendiendo a creer, aunque la duda florezca y el aire se vuelva cada día un poco más irrespirable y más nocivo.

julio 26, 2008

Nothing to promise but everything to fulfill


Claveles color plata hay en este jardín.
Ríos de calma se dibujan en la profundidad del bosque cuando los cordones de la niña rozan el piso.
El humo se vuelve árbol, hoja, gota de aguacero o tinta de granizo.
Se transforma en un camino que a veces conoce su final pero jamás su principio.
El humo de dulce aroma que sale de mis venas es así también.
Oscurísimo viento denso, manifestación de incendio y de polvareda que corre hacia su centro inexistente.
Pero entonces la turbulencia sigue y busca, busca, observa y finalmente encuentra.
Entonces todo permanece como si hubiera una razón, un lugar de refugio; como si yo pudiera verlo y acercarme ya sin miedo, con la convicción inquebrantable que da el bosque y el lago que me mira.
Como si entonces pudiera volver a caminar.

julio 23, 2008

Quejándome un poco


No logro concentrarme bien.

Tengo muchos temas de los que quisiera hablar o escribir, y están atrapados en este sueño que no se me pasa ni con el mejor café, más, un poco de auto-represión, de NO vivir nuevamente momentos, escenas, ni mucho menos sentimientos, quizás es porque las cosas están marchando y no quisiera confundirlas ni darme manija con estas últimas horas de mi vida;

Pero están, hay algo que me tiene en una dimensión que no es el limbo, ni el desierto, ni sobre las cornisas como dice el tango, me tiene aquí, pensando

¿Qué es esto?...

Hay cosas que no podemos ocultar, ni aunque quisiéramos, no a nosotros mismos, es cuando los recuerdos y los sentimientos que pensábamos dormidos o muertos, nos traicionan y nos dan un golpe bajo, es eso que me tiene con el impulso retenido, me siento así, como un muscle car ahogado, que quiere partir y las señales no dan la luz correcta.

Sé que esto me puede traer conflictos, ¡y que más da! si esto es lo que estoy sintiendo, me pidieron sinceridad, y es así como estoy siendo.

Y por más que trato de retener una imagen en mi mente, un abrazo imaginario, un recuerdo, no es más que eso en este momento, un anhelo, que aún no es parte de este mundo real, real.

Desde hace menos de un día, el fantasma volvió a marcar presencia, como si supiera que alguna vez le pertenecí, como nunca he pertenecido a ninguna parte.

¡Y claro! yo ando vociferando por la vida que todo esta marchando tan bien, y realmente marcha bien, tengo asumido lo que soy, lo que tengo y deseo.

(Hoy puedo decir que eres alguien a quien quiero y me copas el corazón, pero... esta este puto fantasma indeleble, que cuando creo que ya ha muerto… vuelve.)

Gota de agua

La vida es una mar sin cadenas
Jugamos con las figurassin poder detener las olas
Que huyen y regresan.
Apuntes de "Virutas de Fuego"

Gotita gota gotita,
Gota de piedra,
Dulce líquido de ámbar.

Gota que salta y salta sin consumirse,
Transparente y diminuto es tu reflejo en las demás gotas.

Mientras los océanos permanezcan en su cauce,tú te resistirás a llamarte agua,
Eres sólo orilla en constante cambio.

Corre desde tu raiz, fuente caudalosa, pequeñita, imaginada,
Corre como gota, resbala sobre los geranios
Y empápate toda de los sonidos que produces al destruirte
Cada vez que besas el río que nace entre mis manos.

julio 22, 2008

puente corporeo


Puente que se alza en una ciudad sin sal y busca huir con fuerza y dejar atrás tantos pasos ajenos impregnados en el suelo.

Puente que anhela con desesperación dejar de ser un testigo silencioso del movimiento para ser parte de las riberas, para convertirse en túnel o en mar.

Yo quiero huir como el puente, no soporto un día más tanta quietud.

Me levantaré y, como él, huiré en busca de riberas lejanas que limiten con la nada y que me llenen de la sensación de libertad y de movimiento perpetuo.

Ojalá, es todo

Uno ha creído a veces, en medio de este camino sin orillas, que nada habría después;
Que no se podría encontrar nada al otro lado, al final de esta llanura rajada de grietas y arroyos secos.
Pero sí, hay algo.
Hay un pueblo.
Se oye que ladran los perros y se siente en el aire el olor del humo y se saborea ese olor de la gente como si fuera una esperanza.
Nos han dado la tierra, Juan Rulfo.
Ojalá, es todo.

Doña Asunción nunca tuvo necesidad de creer en un mejor país.
El lugar donde nació le regalaba el sosiego de levantarse y saludar al horizonte con las dos manos, para acostarse 14 horas después con la sensación infinita que provee la felicidad real.
En esos primeros años nunca necesitó pensar cómo sería un mundo mejor, aunque después mirara hacia atrás y se encontrara con un pasado armonioso que no se podrá repetir, a pesar de que la historia de masacre y corrupción sí volviera a vivirse una y otra vez...
Pueblo de grandísimos hijos de puta.

Hermosísimos terrenos de mentiras y envidias arraigadas al alma de cada habitante desde tiempos remotos.
Casas hechas a base de engaños, de patrañas, de intereses y de ingenuidad.
Infeliz país de miseria pero, peor aún, de resignación, de dominados y dominadores.
Qué cultura tan rica, qué bellos paisajes, qué hermosa tierra la nuestra, donde pensamos que sintiéndonos orgullosos de una puerca bandera y un artista de tres pesos podemos olvidar o, en su defecto, disfrazar el hecho de ser una nación perdida y agujereada por el paso desalmado de los años.

julio 20, 2008

Noche


La noche no me quiere.

Es curiosa e impertinente dentro de su lógica maquiavélica.

Juega a ser una persona que a ratos quiere ser mujer y a veces quiere ser hombre.

Cambia constantemente como apuntando a la perfección del mismo ser en su más cotidiana condición.

Se desliza, se encuentra con más personas como ella, las abraza, les canta al oído, les da besos dulces y las acaricia.

Me hiere saber que por culpa de su presencia anhelo otras tantas cosas que yo no puedo tener, que tocándola los recuerdos se me vienen en flash-back y me quiero morir por instantes que se cortan y vuelven a aparecer sin razón, como en una película mal editada.

Ella es pretenciosa y me odia.

Y yo la odio, más que por eso, porque me hace recordar la desdicha de lo que me rodea en estos momentos y cómo mi tristeza debe ser la consecuencia más racional de la perfección y el orden matemático del mundo.

Andando


Los caminos a veces parecen tener la misma condición: ser una pista transparente donde se refleja la vida del mundo.

Al andar con pocas certezas en el bolsillo, el tiempo transcurre diferente.

Ya no es el tiempo del tic tac que avanza con una constancia que desespera, tampoco los minutos que miro desde afuera y que quiero coger con las manos y botarlos a un rio.

Es un tiempo donde sólo importa la misma esencia divina del movimiento, donde la única preocupación real consiste en no llegar nunca a donde se quiere llegar desde que se arrancó.

Las brumas del cielo se pueden mirar con más sutileza, inocentemente.

El centro del mundo siempre parece aproximarse de distintos colores.

Pensar que la verdad no puede ser consecuente con ella misma se vuelve, al fin y al cabo, algo más cercano a la misma idea de verdad.

julio 18, 2008

Atractor Extraño


Anoche estaba en una calle ancha, parada sobre una superficie desagarradoramente lisa, a las 3 y algo de la mañana.

Salí por un impulso.

Justo cuando me encontraba mirando hacia el oeste o el este (no estoy segura, pero en cualquier caso no era ni el norte ni el sur), empecé a sentir cerca la respiración de un hombre, alto, a quien, más adelante, identificaría con una camisa café y un par de zapatos descuidados.

Me dí cuenta que era alto por la sombra que veía delante mío cuando se aproximaba hacia mi espalda.

No tuve el valor de voltear para mirarlo.

Realmente estaba esperando el momento en que su voz inundara mi oído o su mano hiciera contacto con mi brazo.

Cerré los ojos por un instante y me suspendí por algunos segundos, mientras sentía cómo mis pies actuaban por sí mismos y se desplazaban unos pocos centímetros hacia la derecha (o la izquierda? o el norte? o el sur?).

Lo ví, en consecuencia, parado frente a mí, mientras mantenía los ojos cerrados y el silencio desaparecía de la fina línea que nos separaba.

Me habló durante algunos segundos sobre situaciones que me negaba a analizar, hasta que su aterrorizante grito me abrió los ojos de un golpe y me hizo mirarlo sin posibilidad de escapar.

Entonces, sentí cómo su voz dulce me abrazaba. Producía tanto temor en mis venas y en mi sangre que huirle empezaba a dejar de ser preciso.
Y no, no estaba ebria.

Punto aparte


Nunca me imagino siguiendo una línea recta que me lleve hasta un punto gris al final de mi vida y, sin embargo, vislumbro el extraño y resbaladizo punto siempre.

Es como si estuviera sin querer estar.

Me tengo que ver parada sobre el punto gris, en algún espacio, con algún extraño y con algún sonido en los párpados.

Y nunca quiero.

Nunca quisiera ser un ente que camina y camina como persiguiéndose a sí mismo sin atraparse pero pensando en que lo logrará tarde que temprano, sin verse siquiera, sólo evadiendo el extraño mundo parado afuera de su caparazón e intentando olvidar las cosas que van golpeándolo con gritos desesperados, porque lo único que le importa y le seguirá importando es atraparse por convicción.
¿Y el extraño, y el sonido, y el espacio?

Son todos consuelos, extrañas artimañas para seguir convencida de que el día en que me atrape llegará, que me podré tomar a mí misma y a mi caparazón -que para ese momento ya estará sobre el punto gris-... y que, entonces, nunca más me dejaré escapar.

Infidelidad


Los hoteles para infieles son pequeños y coquetos.
Generalmente están a las afueras, y sus recepcionistas saben mucho.
Tienen un Máster en Análisis de Hipocresía y Apariencia.
Los infieles llegan con cara de ir a jugar al ajedrez, como si nada más que una extensa partida entre amigos fuera a ocurrir.
Como si ninguno de los presentes en el hall supiera que no dejarán poro de piel sin desnudar.
Pero el protocolo es así: Caras serias. Cierto aire solemne. Lo que ocurre es importante.
Nombres falsos.
Una puerta que se cierra al fondo del pasillo.
El resto, se lo callan las paredes

Persecución


Se perseguían el uno al otro por toda la ciudad.

En una carrera discontinua por asfaltos y aceras.

Se perseguían sin entender por qué se estaban persiguiendo.

Sin entender el placer de ser, soñar, sentir que se es más que alguien que corre, que persigue, que busca con la mirada.

Se es más que alguien que vive atrapado en la jaula de la rutina.

Bajo la luz roja de un semáforo, el tiempo se detuvo para que pudieran comprender qué era toda aquella palpitación.

Por qué se perseguían tanto.

Por qué cometían la locura de quererse

Buenos días


Sentada en la acera mirando cómo amanece desde el asfalto.
Sopla viento sur.
De ese que apenas cae bien a nadie.
Y que nos vuelve locos.
Nos pone de mal humor.
Y nos acaba engañando con una tormenta que no esperábamos para nada. Hoy quizá sea mal día para hablar de amor. O de venganza.
O de esas cosas que nos comen por dentro y callamos porque la sinceridad nos da miedo.
Mal día para derrumbar andamios a golpe de ganas de empezar de nuevo.
Hoy quizá convenga mantener cierta distancia con el mundo.
Hoy quizá sea un día cualquiera.

julio 17, 2008


… riel de montaña rusa serpenteando el tiempo, subiendo, bajando, volviendo a subir, arriba, allá… alto, bien alto.

- alto? alto y más alto?

- si, cerca de las estrellas, donde los sueños y silencios tejen esta vida real, seca de lágrimas amargas.

- y me vas a llevar allá?

-si, lo intentaré… lo juro

julio 16, 2008

Flagelaciones

Los de allá



Algunas veces he pretendido conocer algo más allá de la burbuja en la que es obvio me encuentro caminando, como una hormiga en un círculo que otro más inteligente le ha trazado sólo porque sí, por verla caminar a su gusto y disfrutar y reirse con su estupidez.
Y mis intentos han sido imbéciles y cobardes, insensatos, con una cuasi-inocencia que me desespera y desesperaría a muchos.
Y no es que me encuentre lejos del mundo circundante ni que me crea demasiado chimba como para ir a conocer la pobreza real y cruda, sino que incluso teniéndola al lado no he tenido la fuerza o la inteligencia para, como me escribió algún día alguien, coger el mundo y verlo desde cerquitita, y dejar los prejuicios y las ganas de ser altruista sólo porque sí y por aparentar (a los demás o a mí misma, no importa) que soy buena persona y comparto y etcétera.
Nunca me he sentido lo suficientemente humana o inhumana como para entregármele a otro (conocido o desconocido) del todo, como soy, sin que nada más importe. Sin embargo, conocí a Ramón y la vida me cambió mucho en menos de media hora.
No son muy relevantes las circunstancias puntuales, ni la descripción amarillista de la situación en la que vive y en la que viven sus hermanos y sus padres, eso me importa poco.
Es sólo que, seguramente por primera vez en mi vida, cuando me miró y me dijo su corta edad, sentí la alegría hijueputa que casi nunca se siente, como cuando -muchos años después- se recuerda a alguien que ha muerto.
La alegría extraña de encontrarse con el dolor frente a frente, de verse a sí mismo aquí y al otro allá y ser consciente por unos segundos de las barreras que están ahí, inamovibles, constantes y seguramente inmortales.
Sentí rabia contra mí misma por no ser capaz de conocer el mundo, el mismo mundo que me dio unos ojos para ver y unos oídos para escuchar y lo demás para gritar, y al cual ignoro como si ambos fuéramos invisibles.
Y mientras corría en medio del monte cada paso marcaba un pedazo de puñalada en mi mente, por sentirme tan miserable como el humano cualquiera que soy, por haber sabido -asi fuera por un momento- que soy un error de la naturaleza como usted o como cualquier otro, y que tras de todo me revuelco en mi propia estupidez, que sólo soy una muestra más de la misma especie.
Por unas horas, dejé de pensar que hay distintos tipos de felicidad y que todos somos un mini-mundo además de que en la pobreza hay riqueza y en la riqueza hay pobreza y toda esa mierda que es sólo la cortina de la ventana.
Pensé entonces que no es el hecho de encontrarse con un niño de 5 años que no había desayunado a las 3 de la tarde y que tiene que conseguirle comida y agua a la mamá que está loca y no se puede parar de la cama.
Que eso no me importa, que eso está en todas partes y a todas horas. Lo que me cambió fue estrellarme contra la ventana, haber quitado la cortina y haber querido que mi cuerpo sangrase mientras deseaba, con rabia, romper esos vidrios.
Nunca me había acercado de una manera tan humana al dolor ajeno a mí.
Y fui la hormiga que diariamente corre en su círculo que otro más inteligente le marca, pero que, en medio de su secuencia prefabricada, pudo parar dos segundos y estrellarse dolorosamente contra la frontera para mirar hacia afuera, asi seguramente vuelva al círculo y termine su vida corriendo hacia ella misma.

Esto me da Rabia...


Me saca la piedra la mentalidad utilitarista y falsa de los "artistas", el sentimiento de creerse putamente superiores al resto de músicos por tener una que otra ideología loca y por tener buen gusto. Me fastidia eso de lo que Björk sensatamente hablaba acerca de hacer música para gente educada, para esa élite que siempre ha existido de los intelectuales, de los artistas rebeldes que se creen la cúspide el intelectualismo -que en todas las épocas de la humanidad han estado presentes-. No soporto que crean y quieran pertenecer a la rosca de los que saben, de los bohemios falsos que hacen arte para un público específico y no para la humanidad... el arte por el arte vale nada. Y no es problema de que me moleste el egocentrismo cuando es justificado ni que la gente que sabe y que configura se lo crea, me fastidia es la mentalidad de alienación incluso de aquellos que supuestamente van en contra de ella, de creer que el arte verdadero está en una rosca imbécil y no en lo que uno honestamente pueda aportarle al planeta.
Es, básicamente, un problema de querer pertenecer para poder sobrevivir en un mundo donde el arte no se valora y donde la salida más fácil, aparte de dedicarse a vender la camisa negra, es hacerse el pseudo intelectual para no tener que preocuparse por aportar algo verdadero.
Es tanto cliché dentro de lo que se supone no debería ser cliché lo que me tiene así.

julio 15, 2008


Él vigoroso, ella pequeña.
Su pecho la abarcó completa, sus manos se trenzaron, sus bocas se unieron y sedientos de sus respectivas esencias, no supieron cómo seguir respirando sin convulsionarse.
Las miradas se encontraron y al verse, sus labios emitieron el sonido de sus nombres.
Ella emergió completa en su femineidad y volcó sus ansias tantas veces reprimidas…
Él sabía cómo insuflarla de pasión.
El fuego fue abrazándolos hasta que ambos ardientes, esperaron la culminación del gozo de experimentarse…
En un momento cumbre sólo se escucharon dos respiraciones jadeantes que emergieron del cercano cuarto vecino…

Trastorno Esquizotípico de Personalidad




A veces me gusta jugar a ser María, la de Leviatán.
Me gusta jugar a seguir y perseguir a personas que no me son ni medianamente cercanas, o al menos que no sé que lo son.
Me gusta seguirlas con la mirada sin que noten que lo hago, me gusta calcular la extensión de sus pasos, la dimensión de sus sonrisas y de sus miradas.
Juego a perseguir a gente por algunos minutos en la calle, para imaginarme sus vidas y romper los moldes que mi cabeza tiende a construir.
Mirar el borde del cuello de las camisas en los hombres es lo principal.
En las mujeres, por el contrario, algunos centímetros arriba del tobillo.
La ropa, los colores, las texturas se deshacen en mi mente como algodón y se vuelven a juntar creando figuras totalmente distintas a las iniciales.
Casi sin pensarlo ni pretenderlo, cada persona tiene un lugar prefabricado en mi mente.

julio 14, 2008

Memorias humedecidas en la ciudad de la eterna penumbra


Federico está en la esquina de la décima con diecinueve esperando un bus mientras pequeñísimas gotas de lluvia salpican sus tenis sin que él lo note y una obra barroca retumba en sus oídos.
Yo estoy a su lado derecho, atrás, imaginándome su cara por la posición de su cuerpo y escuchando cualquier cosa a la que no le presto atención.
Él, según su postura quieta y su cuerpo rígido, debe estar mirando hacia adelante sin fijarse en los carros que pasan y en la infinidad de buses que levantan el polvo que el piso ha recogido a lo largo del día.
Debe tener mirada de ciego y está decidido a -en el instante en que logre salir de su abstracción momentánea- coger el primer bus que pase por enfrente de su rostro.
Me interrumpe y levanta su brazo y para la buseta.
Se sube y yo me subo detrás y, no sé bien por qué, hago algún gesto que engaña al conductor y le dice que yo vengo con él.
El conductor me mira sin sonreir y me indica que me siente adelante, porque atrás no hay más puestos.
Olvidando que él pensaba que yo venía con Federico, me pierdo en la infinidad abrumadora que evoca la carrera décima a las seis de la tarde de un día.
Luego, me encuentro en un momento con los ojos del conductor sobre los míos reclamándome la plata del pasaje.
Me bajo olvidándome de todo y de nada un poco y con el leve presentimiento de que la registradora por la que pasaré al bajarme, sólo esa, única en el universo y única en ese bus, me traerá horribles recuerdos.
Llego al asfalto, que en Bogotá parece el mismo siempre, y mi piel no se rehúsa a que la lluvia -esa intermitente en los tenis Federico, que ahora es más densa y más triste- la toque y, de cierta forma, la maltrate con su sutileza macabra.
Camino, pero muy poco, como el que no quiere caminar.
Prendo un cigarrillo con el único fósforo que me queda y contemplo con poca concentración cómo el piso, los olores, el aire y los colores me dicen claramente que ha llovido todo el tiempo.
Aunque inmóvil, viéndole los ojos a mi reflejo del agua tengo la magnífica capacidad de extenderme y hasta verme en otro lugar diferente al que yo piso o al que me pisa a mí en ese momento real.
Inmóvil, todavía, veo ese charco que parece el espejo más grande del mundo.
Me pongo los audífonos y vuelvo a escuchar algo que no me recuerda nada. Y me devuelvo como llegué.

julio 11, 2008

Atrapando rayos de sol


La luz sale de muchas partes como raíces que se expanden desde miscroscopios,

Como la luz de estos pies que avanzan y se voltean para mirar las marcas del pantalón que se arrastra por el piso.

Me gusta mirarla y tocarla.

Me gusta que la luz baje de montañas verticales y me recorra a las once de la mañana.

Me gusta que los árboles me cuenten lo que ven en ella (que no es sólo sombras), y que mis manos -ansiosas y con miedo- la toquen y la guarden con recelo en un baúl.

julio 09, 2008

Hielo

En un lugar que mi mano conoce muy bien
Hay una fuente de hielo de la que nacen todos los objetos de hielo que conforman el helado mundo de hielo.
En ese mundo las personas se visten de frío y de blanco oscuro en el invierno -que es más frío que el frío normal-
Y salen a caminar y a rememorar los viejos tiempos de tibios desayunos encima del olor a pasto con olor y de fiestas en ríos muy líquidos coloreados por las sombras de los sauces, que no eran blancos sino cafés en ese entonces.
Dicen los abuelos del mundo que, desde las terrazas de las chozas, el mundo se veía azul turquesa, y que incluso desde ciertos rincones por donde navegaban las balsas de los pescadores se veía oliva oscuro o verde bosque, pero eso es sólo mentira.
La verdad es que el mundo era rojo como un trozo gigante de cereza.
El asunto es que ahora no hay anaranjado tibio ni grandes ramas fabricadas por los grandes pájaros de plumas cálidas, porque sólo hay cuervos que imitan con su vuelo los oscuros cauces de las cavernas.
Le pregunto a la gente, pero nadie sabe nada del color de su mundo. mientras detallo la escala policromática de sus cuerpos, me pregunto de qué color será el árbol de ciruelas, y qué sentirá el paladar del planeta al comerse una manzana cubierta en su totalidad por un blanco tan frío y tan opaco y sin la mínima huella de carmesí.

julio 07, 2008

El Hada de los deseos


- ¿Puedo acariciar tus alas?

- Siempre que quieras.

- ¿Por qué has llegado a mí?

- Para protegerte, cuidarte y cuando me lo concedas abrazar ese infinito que hay dentro de tu ser, para acariciarte el cuerpo y el alma. Para reconfortarte, para que no te sientas sólo, para alegrarte el día... y la noche. Para deslizar mis manos por tu cuerpo, para que mis labios dejen en tu piel todos los besos que siempre ansiaste y restañen toda tu aflicción. Para que cuando puedas observarte en mis ojos, leas en ellos que el acierto de amarte reivindica todas las equivocaciones de mi vida. Y este hada, tu hada, sueña que ha venido desde el bosque para vivir una larga vida junto a ti.



Pd1.- Sólo si me dejas, sólo si te dejas....
Pd2.- Hoy creí verte pasar por mi lado
Pd3.- Alas, alas para volar...

El retorno


Y el espacio entre tu pecho y el mío se tornó inmenso…

Aquí mi aliento no descansa tranquilo, mientras recuerdo el sueño meciéndome entre tus piernas,

Inquilina de un castillo de sudor y piel, de sexo y caricias, de llantos y risas frenéticas.
Pasillo gélido, anuncio de una cama tibia.
Me despido de aquel sitio en silencio,

Acaricio lentamente tus sábanas, cierro los ojos, me impregno con tu olor, y algo se quiebra en mi garganta.
Recuerdos de días pasados, llenos de tí, llenos de ellos, llenos de nosotros...

Caricias tempranas, tardes ambiciosas, palabras abatidas, silencios culpables, miradas cómplices y utopías poderosas.

Caminos andados, distancias por emprender, despedidas amargas, anhelos por venir.
Hoy me acuesto en una cama extrañamente familiar, entre sábanas bañadas por tu ausencia... con todos esos sabores que sólo a ti pertenecen.

julio 05, 2008

Escondiéndome tras el color del día


Las canciones surgen de la levedad de la vida que ahora se muestra en el vaivén del viento, los acordes de cientos de años de civilización se reducen al instante en el que el aire salado y azul toca mi cara.

Ahora estoy al frente.

Algo pasa en el cielo mientras el frío de la arena se mueve bajo mis pies, algo pasa cuando cruzo el umbral de la realidad y me reduzco a pequeños y separados granitos de arena que no consiguen uniformidad.

Estoy al frente, y voces hablan desde el fondo del mar.

Suenan los ríos y los océanos del tiempo, suena la nieve de otros mares y el sol que ahora mismo se levanta en medio de la inmensidad de la nada.

Suena, consigo escuchar el eco de los años cuyas corrientes han venido a dar a mí.

Veo el mar, veo su movimiento y siento que podría suspenderme en el terreno de lo sonoro, de lo eternamente inhabitable, y que podría estar allí por todos los años que faltan.

julio 04, 2008

Desesperación tranquila


Mis alas se revelan desconcertadas, me indican que hay un lago detrás de la materia condensada del mundo.
Que el encauzado lago venga a buscarme y yo me esconda, que venga porque en esta orilla volar no rimó con nadar, que de tanta sal mi pecho está extasiado, añorando claveles líquidos pero resignado a permanecer terrestre.
Que corra a nadarme en otoño como es hoy o en el verano ambiguo de los demás días de mi casa.
Que me rescate a su corriente, que emprenda fluvial vuelo a través de mis plumas de pasto.
Sin sol de día mis alas se revelan y se estrellan contra el techo como el pájaro que espera traspasar el espejo y se desangra antes de conocerse.
Sólo en el vuelo me conozco.
Como no es posible, mi sangre empieza a fluir fuera de mi cuerpo.
Igual que el pájaro que aguarda en un techo mientras mira sus alas desangrarse, yo me aferro a estas paredes que no alcanzan a salvarme del diluvio.
Entonces la sangre del agua sigue corriendo por un cauce ya familiar.
Yo aguardo. Sólo aguardo.

Odio a oscuras


La noche no me quiere.
Es curiosa e impertinente dentro de su lógica maquiavélica.
Juega a ser una persona que a ratos quiere ser mujer y a veces quiere ser hombre.
Cambia constantemente como apuntando a la perfección del mismo ser en su más cotidiana condición.
Se desliza, se encuentra con más personas como ella, las abraza, les canta al oído, les da besos dulces y las acaricia.
Me hiere saber que por culpa de su presencia anhelo otras tantas cosas que yo no puedo tener, que tocándola los recuerdos se me vienen en flash-back y me quiero morir por instantes que se cortan y vuelven a aparecer sin razón, como en una película mal editada.
Ella es pretenciosa y me odia.
Y yo la odio, más que por eso, porque me hace recordar la desdicha de lo que me rodea en estos momentos y cómo mi tristeza debe ser la consecuencia más racional de la perfección y el orden matemático del mundo.

En el Jardín de Los Presentes

"Y si las observas
Entenderás que sólo vuelan en libertad.
Bienvenidos al Jardín de los Presentes..."
Las Golondrinas de Plaza de Mayo - Spinneta



"Las golondrinas de Plaza de Mayo" la escribió Luis Alberto para las madres de las víctimas de la dictadura militar argentina.
En 1974, esos que dijeron querer libertar y regalarle al pueblo equidad e ingresos, terminaron instituyendo uno de los peores régimenes dictatoriales de la historia de este pedazo del continente.
Y es ahí, en un contexto donde el todo está cegado por la sangre, por la miseria violenta, la desigualdad y las pequeñas monarquías autoritarias, donde surgen distintas formas de subsanar el terror, de hacer catarsis del dolor de tantos rumbos que, perdidos, corren por ahí.
Es ahí donde las manifestaciones se hacen imprescindibles, donde los bloques de resistencia no son favores de hippies comunistas a la comunidad, sino reacciones más que necesarias para un pueblo que pretende, al menos lejanamente, salir de su sometimiento.
Es esta nación, la mia también. Una nación más real que Colombia, Argentina, Brasil o Bolivia.
Una nación que se desmiembra a sí misma.
Una nación más grande: una latinoamericana.
Sin ánimos de populismo, me puedo reconocer en lo que pasa y lo que ha pasado.
Sin ánimos de despertar insulsos patriotismos, me siento con la extraña y tal vez inverosímil obligación de mirarla a los ojos.
No como recurso poético, sino más bien como una necesidad que surge de mis entrañas, me siento agradecida con la tierra de Comala y de Macondo.
Clichesudo, muy clichesudo, pero es un impulso que surge desde más adentro que lo que puedo controlar.
Es algo mío, qué le vamos a hacer. Es una obligación, casi como un pecado original, el coger la sangre que corre por el mapa de la selva y el mar y palparla con mis dedos sin sentir que tengo que ir a lavarme las manos.
Me siento felíz por los liberados -sin importar qué oscuros fines estén encubiertos tras esta operación- ellos han vuelto a nacer, han regresado a sus personas bien amadas... y eso es suficiente para mi. Bienvenidos sean al jardín de los presentes.

julio 03, 2008

Abstracción

“Uno de los placeres más exquisitos,es sentir como una respiración lubrica la piel”
Hay mas que una mirada, dentro de los puntos fijos. Eve





...La muerte de la Rosa, puesta entre piernas.
El Dragón sin el fuego gira la piedra.
Su derrame tiene el hambre con los gemidos de consuelo...

En escondrijos de días, brama una desolación de la Tierra.

Recuerdo como corrí por infinitas oportunidades, desvié caminos, torcí paisajes.

En un descanso permitido, mitigo la fiebre con humedad y observo cuando entre tormentas duerme un Sol.

Con sorpresa estática, provoco intransigentemente retroceder mi ojo a momentos ocultos.

Ahí, detrás de mi sombra, acaricio un pasado de sonrisa mal dibujada.
____________________________________________________________________

La necesidad mueve al hombre.

Carencias, deseos frustrados, intenciones… variedad de cosas están ahí, latentes a nuestra visión.

Las huídas son necesarias, también lo es dejar una parte de escándalos y desvaríos atrás.

Pero ahí está la “necesidad”, esa forma razonable de querer, combinada con ese deseo impulsivo que nos vuelve bestias, sin prejuicios ni preconceptos, solo vividores del presente.

Es imposible negar nuestra naturaleza… nuestra verdad adecuada al tiempo y espacio.

julio 02, 2008

Espectador

"Nada se puede mover,
Todo está en puntas de pie...
Es el veneno de la flor,
Corta la respiración"
Cae la noche en Okinawa - Fito Páez




Ella danza como en un sueño,
Con las caderas de todas las mujeres...
Derriba las leyes de la gravedad con sus pies,
Acaricia el rostro de los dioses con sus dedos.
Él la observa,
Como detenido en el tiempo...
Como un leopardo a la expectativa de un descuido de la presa...
Como quien escarba en la música con la mirada…
Abriendo un hueco en medio de la noche hasta ella
Con el ritmo vibrando en sus entrañas…
Él observa.

julio 01, 2008


Un paladar se siente, se mira,se descubre.

Toca una lengua y la aniquila,la deshace,se deshace.

Mientras tanto la impregna de sal, de dolor y de sombras del caos final.

Hay un dedo que se posasobre él, que surge del fango de los zapatos, causándole el cosquilleo que cualquier otro paladar podría sentir y cualquier otro dedo podría causar.

Semilla.

Hay unos labios insensibles en la superficie.

Un par de mejillas que se sienten y me sienten desde lo más profundo del ser.

Ningún fragmento de piel puede contemplar el todo, el todo insufrible, el todo que solloza, que se ve sí mismo como un todo y se resigna a no ser nada más.

Pedazos de papel violeta


Mis hojas se tiñen de violeta claro como si una ráfaga inaprensible de color poblara cuidadosamente el planeta entero.

En estas hojas que parecen revivir a medida que se acerca la medianoche cae suavemente ese delicado color que ha empapado las olas de todos los mares del mundo, muchas noches, y todas las lunas claras que se han levantado desde el cielo hacia la inmensidad de las horas.

Sin embargo, la ventana de enfrente observa cómo estas casas de tinta se agrietan angustiosamente hasta desplomarse sobre sus propias letras,

Y cómo el púrpura se destiñe a sí mismo mientras el tiempo no parece dejar de transcurrir sobre el papel, formando así un panorama circular que tampoco dejará de existir mientras el naufragio sea implacable, mientras siga la irrealidad de las manos que empuñan con violencia el lápiz.

Las luces de la vida se apagan para encenderse después sobre los pedazos de palabra.

Los papeles se vuelven cadenas ante sí mismos, en parte por su eterna e ininterrumpida circularidad, pero sobre todo por su capacidad de autoencierro.

Las manos devoran los trozos de vida que arrancan del papel.

El papel, sin embargo, permanece inmutable, y su hermetismo resulta tan familiar como el color del millón de hojas que lo componen.

Es entonces cuando todos estos pedazos de vida, huérfanos y estériles, suelen teñirse de todos los matices de violeta que existen sobre la tierra.