junio 27, 2008

Nereida


Cuando estoy en el centro de la tierra, suelo encontrarme con una fabricante de retratos que se alimenta de pequeños odios
Y que, dice ella, el único amor que invade su alma es el que siente hacia los peces que algunas mañanas inspeccionan la superficie del mar para mirarla a los ojos.
Sólo los ama cuando los observa sin tocarlos, cuando construye caminos que la llevan hasta el lugar exacto donde los peces se acercan -maravillados- a verla.
Sólo los mira cuando siente la necesidad de partir, de levantar anclas y de nadar.
Sólo puede amar bajo esas circunstancias,
Sólo puede hacerlo cuando el impulso vital de acercarse deja de depender de ella y se transforma en una alianza entre la naturaleza y sus pies.

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