junio 06, 2008

Post-ludio

Tan lejos de mi; yo.
... Pero no es este placer de abandonarme a sus brazos acogedores...

Tampoco es la sensación de expandirme agonizando hacia lo eterno, sólo para revivir después en el gris otoño de sus días.

Es sólo que la necia niña de mirada y zapatos azules, busca debajo de la cama ese prisma triangular donde habitaste desde siempre.

Tus inmensas figuras la recorren, la buscan, la persiguen, bajo las claras ondulaciones del cielo púrpura que lo ve y lo conoce todo.

En tus ojos profundos como la selva ella juega y se esconde

Y tú la persigues como se persigue un año o el mediodía de un domingo, la buscas detrás del color de los almendros y encima de la sombra de los alcázares.

Ruegas porque esta tonta niña aparezca y caiga de cansancio de nuevo entre tus ya cansados brazos.

Y como el tiempo, yo miro desde la ventana que da a ese jardín, miro y me compadezco de la torpe niña que te busca huyendo de ti, del cuerpo de papel, del tacto de agua, de los pasos que no dejan de buscarte aunque te encuentren siempre, como una aparición o una sombra de lo ya ido.

Perpleja, la muerte de los días nos mira a los dos, nos mira y se avergüenza de esta mente tan llena de ti y de esta niña que sigue corriendo hacia ti...

Y de estas manos que no cesan de existir aunque debieran.

Porque hay en esta casa muros que se expanden como yo y como la niña y preguntas que han dejado de ser suicidios para convertirse en muertes.

Mis recuerdos de ti no te anidan al pasado: Más bien te obligan a ser objeto, pared, punto suspensivo.

Te atan a ser plegaria y pozo donde confluyen mis tristezas y deseos.

Tu ausencia hace que esta niña no cese de morir.

Este desvanecimiento atemporal e ilógico, se detiene en tus manos de cadáver del tiempo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

niña, abre tu cuerpo al tiempo, no temas aprender en sus brazos.

hay una niña muerta, pero no eres tu, puedo dar fe de ello