diciembre 14, 2008

Ficciones


Estaba mirando los dibujos que no trazaron las manos de él en sus manos.

Miro mis manos. Miró mis manos. Él siempre mira las manos.

Nos miramos mutuamente las manos. Y no dicen nada.

Recordé esa historia que me hizo reir y después de cinco meses recién ahora entiendo. Recordarías tú las noches sin segundas intenciones.

Las fotos en la ventana. El tiempo desangrándose en días con paraguas falsos que viajaban.

¿Y volaban al sur?

Me fui de aquí mañana.

En la mañana bien tarde con mi chaleco malba y mi pijama.

Para quedarme tan callada en mi puente.

Con él, que era hace tiempo, con ella, la de hoy.

Y con nadie más que yo.

Para todos los días tener una mirada ténue. Y no escuchar los sonidos tristes nunca.

A las doce. Cualquier noche. Te traerá piedras suaves, lápices en blanco y negro, barro, lluvia, luces y desprecios. Y un beso por deber.

¿sí?...

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