agosto 02, 2008

Antisoliloquio


La violencia tiene la capacidad de remontar al ser humano a un pasado que se cree extraviado en la historia.

La realidad agresiva de hoy -que se tiñe de violeta sangre en la memoria colectiva- se vuelve algo más que telas de araña difusas y casi invisibles: se hace un utensilio que nos recuerda que somos animales más putrefactos que los que no piensan.
Si antes le era permitido al hombre matarse a manera de ritual ancestral y a razón de una existencia llena de mitos, ahora le es permitido remitificar su vida e inventarse unas razones para actuar con la aniquilación como arma primera.

Si antes se actuaba sabiendo de una conexión con otro mundo intocable, ahora el ritual se construye pregonando una guerra del hombre versus el hombre, una lucha donde sólo uno se puede salvar.
Hay una reinvención de lo que antes era selva: la ciudad es la jungla que se come al hombre moderno como la naturaleza pretendió comerse al hombre nativo. ¿O es acaso el hombre quien se ha comido a la jungla para cagar una ciudad?

Nuestra vida no ha evolucionado ni remotamente.

Seguimos siendo creyentes, seguimos convencidos de unas formas de actuar para conseguir determinadas cosas.

La diferencia está en que lo que en esos tiempos ancestrales nos hacía felices y conformes, es lo mismo que ahora nos hace pequeñas partículas venenosas y autodestructivas.

2 comentarios:

Kenneth Moreno May dijo...

Anda señorita, que pensamientos tan autodestructivos.....

la ciudad es un chancro como usted dice, una llaga seca tal vez.

hay que hacer sangrar la herida.

Kenneth Moreno May dijo...

a ver si escribe algo bonito, ja ja ja ja ja ja