junio 16, 2008

Mi superficie habitable...


Casa de campanas.

Cajas con miles de esquinas de polvo y de cartón.

Cajas que me envuelven en esta niebla que busca compadecerme.
Campanas y cajas.
Redoblan pero no suenan, retumban sin timbre, sin color de notas, sin pentagramas de barro como era antes.

Campanas. A gritos, campanas. Gritos de animales viejos y de mi casa sola de presagios y jardines.
Me sé en esta casa que en el día se vuelve de cartón, en esta avenida cerrada y cercada por los troncos de viejas violetas.

Es ésta mi autopista de nieve descompuesta y de candados guardados para siempre en el armario porque ya no hay puertas para asegurar:

Es la casa de las no-entradas, la que se muere de ruinas y baldosas en desuso.

Son éstos mis huespedes que parten y vuelven eternamente y cuya salida inútilmente intento impedir.

Son los escombros de mi casa los que se caen de tiempo y de suma de tiempos infinitamente cortos, casi imperceptibles.

Epifanía de viejos tactos.
Es la casa que me aguarda siempre aunque yo nunca pueda salir.
La que me espera aunque no deje de habitarla.

1 comentario:

Anónimo dijo...

nostalgica?
te mando de esos besos que te gustan y que a mi me encantan